Fauna Nacional XXXII: los Incontinentes


¿Gente que se mea encima? ¿Accionistas de IndaSec? ¿Los que preferían el Pryca y el Hipercor?

¡No!

En este caso son los que utilizan las sílabas como proyectiles invisibles que chocan contra tu paciencia y sentido del oído. Los que requieren de tu máxima atención porque como te despistes un momento habrán soltado otras 5 frases. Los que (como en esa peli) llevan lo de que "el tiempo es oro" a cotas literales y creen que, cuantos más vocablos metan por segundo, menos dinero perderán.

Todos se caracterizan por hacerte sentir que más que conversar estás ante una prueba de resistencia mental, una batalla de su lengua contra tu oreja (absteniendo cualquier sensualidad inherente del asunto) o un épico combate entre su blabla y tus ganas de coger la cintica ésa gris que tendrá mil funciones pero que básicamente en las pelis solo se utiliza para tapar la boca al secuestrado (y que luego alguien se la quite de un tirón, ponga cara de dolor-depilatorio y luego le quite las esposas y se toque las muñecas con aflicción) y darle 3 capas alrededor de su bocaza incontinente.

Es decir, son incontinentes verbales, y sin embargo, se pueden distinguir algunas subclases:

Los Oradores

Esta gente vive en una conferencia constante, sintiendo la necesidad de instruirte sobre TODOS los temas del mundo que, por descontado, controla. Es más, me atrevería a decir que un Orador es un experto en Todo, con mayúsculas. Podrá hablarte sobre cualquier tema con seriedad durante mucho rato... otra cosa es que a lo mejor te está metiendo más mentiras, falsedades e invenciones que en las creativas cuentas de nuestro (otrora) querido Iñaki Urdangarín [ya habrá tiempo para ponerle a caldo otro día].

Esta gente no te enseña fotos de su viaje, te imparte una clase magistral sobre el sitio de donde sean las fotos (y de paso sobre fotografía), con expresiones pedanteras como "Se puede contraponer la belleza de la imagen que vimos hace 3 minutos con el modernismo inherente a la imagen actual".
Pero lo peor es que esta gente no te dejará intervenir en sus infinitos sermones (porque, claro, estando en posesión de la verdad absoluta, las aportaciones externas son, por definición, erróneas o repetidas de lo que un Orador haya dicho).

Claro, las "conversaciones" con esta gente se eternizan, porque entre frase pedante y frase pedante sin sentido, tiene que dejar un minutito a la audiencia para que POTE ante tal despropósito.


Charlatanes

Sutilmente diferentes de los Oradores, los Charlatanes en realidad sí son conscientes de que no tienen ni idea de lo que hablan, pero a pesar de ello intentan engatusar con palabras rimbombantes, al más puro estilo Poochie.
Supongo que creen que hablando mucho pasaremos por alto su carencia de contenido, cuando en realidad la humildad suele ser mucho mejor recibida.

Los repepetitivos

Y no soy tan cruel como para estar hablando de tartamudos, por descontado.

Los repepetitivos son gente que de primeras puede no parecer un incontinente... hasta que al rato te das cuenta de que está volviendo a decir lo que acaba de decir sin que nadie de los presentes haya dado muestra alguna de querer o necesitar una repetición.
¿Será la herencia de un tiempo pasado en que se explicaba muy mal y todo el mundo le pedía que lo repitiera?
O (más probablemente) ¿será deformación profesional?, por ejemplo:
· Profesores de cualquier tipo, acostumbrados a decir las cosas 2, 3 o las veces que sean para los PESADOS típicos de cada clase que escribían a letra por segundo, que copiaban TODO lo que decía el profe y que a cada frase decían "¿puede repetir, por favor?"
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Inciso1:
Cómo se nota que hace tiempo que no voy a clase.
En "mi época" se decía: "Seño/Profe/(...), ¿puede/s repetir?", según la edad y la confianza que tuvieras con el/la susodicho/a.
Ahora creo que la cosa ha degenerado hacia "¡repite!", "¡que repitas, **ñ*!", "repite, jopu**, que te rajo las ruedas", y otras educadas propuestas estudiantiles.
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· Padres de hijos corticos y/o vagos redomados, que tienen que repetir las cosas entre 3 e infinitas veces para que su (generalmente) adolescente hij@ le haga caso refunfuñando cuando ve que el tono paterno supera su umbral de decibelios establecido para "se-está-empezando-a-cabrear", pero ni un segundo antes.
· Locutores de anuncios por megafonía que se llevan el trabajo a casa y en vez de pedir que te pasen el pan dices "din don diiin... atención, se ruega al propietario de la mano más cercana a la panera que lo alcance a la mayor brevedad, din don diiiiin" (y repetir). Esta opción es seguramente la menos probable o numerosa...

Lo mejor es que muchas veces los repepetitivos se creen que no están repitiendo las cosas, porque no las dicen exactamente igual... pero entre un "hijo, pon la mesa" y "pon la mesa, hijo", yo no veo mucha diferencia.
Y lo peor es que esta gente es inmune a los "ya" (esos "ya" dichos con ese tono de "que vaaaaleeee, pillado, capicci, cogido, entendido, procesado, no hace falta que lo digas otra vez", por lo que es necesario recurrir a otras fórmulas más bordes: "Ya, ya, ya, ya", "sí, sí, sí, vale, entendido" o "por Dios, calla, que no estoy tomando apuntes".


Raperos

Los Raperos al menos no tienen maldad. Lo que tienen es una lengua más ágil que la de una serpiente y una capacidad de silabeo al alcance de muy poca gente...
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Inciso2:
Como ya se comenta por muchos sitios, existen varios niveles de hacer las cosas:
· Mal
· Regular
· Bien
· Muy bien
· Extraordinariamente bien
· Nivel niño chino
Porque siempre hay un capullo niño chino que hará mejor que tú eso en lo que te creías un guay de la vida...
Es más, siempre pasan cosas como:
- "Buah tío, pues yo llevo 14000 puntos en nosequé juego..."
- "Ajá, pues el récord está en 282958373500"
Que por supuesto ha sido batido por algún tarado que dedica a ello su vida...
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Sin embargo, en esto parece que el récord no lo tiene un chino, sino un rapero patrio, ¡921 sílabas (o algo parecido) en 1 minuto!

Pues bien, existe gente que sin llegar a esos extremos es capaz de contraer en 5 minutos un número de anécdotas que a ti te llevaría toda la tarde contar. Pero claro, como toda buena saturación de cabeza, cuando acabe apenas serás capaz de recordar algo de lo que ha dicho.


Monopolizadores

Esas personas que más que hablar te azotan con sus interminables frases.
Esas personas que monopolizan cualquier conversación en la que participen, pero porque tienen muchas cosas que decir siempre.
Esas personas a las que les gusta más su voz que la de Constantino Romero (if possible).

Por supuesto, esto es mucho más sangrante por teléfono, pero tiene sus ventajas, porque si estás haciendo cosas y en un momento de la monoponversación necesitas las 2 manos (y no eres lo suficientemente hábil para sujetarlo entre el hombro y la oreja), podrás soltar el teléfono y dejar que el Monopolizador siga hablando un ratito.
Cuando acabes lo tuyo, bastará con un par de "ajás" y un par de "ya yas" para recuperar el ritmo.


Pero a un Monopolizador se le reconoce perfectamente aunque no le oigas, porque se produce en su interlocutor el clásico Efecto Zapp Brannigan®:
cuando oigas a alguien por teléfono diciendo "ajá... ajá... ajá... ajá... ajá... ajá..." sabrás que al otro lado del teléfono se encuentra un Monopolizador en toda regla.




Porque con éstos, más que el hablar por hablar, uno ya tiene cierta experiencia en saber que lo mejor es acuñar todos los términos, muletillas e interjecciones posibles entre frase (suya) y frase (también suya):
ajá, sí, ya, claro, jaja, por supuesto, ¡anda!, ¡qué cosas!, ajajá, ¡no me digas!, jooope, oiisss, jeje, ¡caramba!, ¡rayos y retruécanos!, tsk tsk tsk, jijiji, aaaaala, olé, mmm, yiiiaa, bueeno, ah pues mira, ¡toma!, ostráaas, uuff, cachis, en fin (Serafín), juas juas, pues sí/no, entiendo, hmm hmm [siendo esto el soniquete que se hace con la boca cerrada, una especie de ajá gargantil donde la segunda sílaba es más aguda que la primera], etc.

Ajá.